martes, noviembre 01, 2005

Reality show: "La braga en la boda 5"

Isabel se plantó en frente de Rubén. De un zarpazo certero le arrebató las bragas ocultándolas de la vista. La música empezó a sonar. Era el vals. Los novios salían a la pista de baile que había surgido al desplazar unos paneles móviles. Muchos de los comensales se levantaron para no perderse la danza ritual. Realmente muy pocos se estaban percatando del previsible drama que estaban a punto de suceder en una de las mesas del convite.

Isabel cara a cara con Rubén, sin mediar palabra, le propinó un tierno beso en los labios.

- Gracias por acordarte tú... Me las había dejado olvidadas en el baño...

Joder... Dicen que las leonas, a pesar de su inferioridad física, son capaces de intimidar a los machos cuando de defender lo suyo se trata de las infidelidades de los melenudos feroces. Había que ver a Teresa presenciar la escenita, ponerse en pie y agarrar a Rubén del brazo arrastrándole fuera, como una hembra dispuesta a defender a cualquier precio su patrimonio. Paso firme, mirada seria, rítmicos impactos secos de los tacones contra el suelo, penduleo frenético de las nalgas... En verdad os digo que comprendí a los leones, acojonaba verla.

Llegados a este punto la superioridad manifiesta se llamaba Isabel

- ¿Y tú?... - Me increpó la diosa pagana de la venganza - ¿Tienes algo que ver con esto?: Lleváis toda la comida cuchicheando los dos.
- Yo... - Comencé a improvisar una excusa sabiendo que si no era satisfactoria aquella morena me iba a partir en dos con uno de sus rayos.
- Ya conoces a "El masca", buscó fuego en tu bolso y se encontró con lo que no debía... Además, estaba borracho... Este pobre no sabría nada... - Dijo Laura dirigiéndose a Isabel. Laurita de mis amores, habíase desplazado hasta nosotros con el único objetivo de rescatarme. - ¿Verdad? - Me preguntó mi sexuado ángel de la guarda.
- Sí...
- ¿Ves?... A este masca le ha sentado fatal la paternidad... - Zanjó y desherró Laura el acontecimiento.
- Anda vamos a bailar... - Propuso Laura sacándome a empujones de la zona del conflicto.

Seguía sonando Strauss. Los novios ya habían escenificado los primeros compases de la danza, tras lo cual se estaban incorporando el resto de los invitados ... Empezamos a bailar. Como siempre, Laura tuvo que darme antes unas rápidas lecciones para recordar los pasos... Una vez iniciado el movimiento, se pegó bien a mi para hablarme en secreto.... Acariciándome la nuca me susurró al oído...

- Cómo sois tan tontos... ¿No pensaríais que no se daría cuenta?... Hombres... No te preocupes, todos saben como es "El masca"... A Isabel en el fondo le da igual... Pasa de todo... Se va del país... Se casa con un niño pijo... El papá esta podrido de dinero... Tiene una inmobiliaria... Mientras el padre se forraba revendiendo pisos, el hijo ocupaba su vida en hacer deportes de riesgo... Es muy mono... Alto, con melenita, cachas... Van a poner un hotel en la Patagonia... Promocionando el turismo de aventura y eso... Isabel sólo piensa en coger el avión... Nos invitará a la boda, será por todo lo alto, tendrás que alquilar un smoking... - Laura dio un suspiro - No creo que duren, él no quiere niños e Isabel siempre quiso... - Volvió a suspirar - Desde luego sois peor que los críos... Tanto escándalo por esa bobada...: Yo hoy no llevo ni sujetador ni bragas... No van bien con este vestido...

Joder... Dicen que las leonas, a pesar de su inferioridad física, son capaces de atolondrar a los machos cuando de atraerles se trata, convirtiendo en guiñapos cautivos de sus antojos a los melenudos feroces. Había que ver venir a Laura, ofreciéndome con naturalidad sus frutos por si me apetecía comerlos, como una hembra que sabe lo que quiere y lo que tiene. Se apretujó aún más, restregándose tenuemente, creí sentir la palpitación de sus pechos y de su vientre contra mi cuerpo... En verdad os digo que comprendí a los leones, narcotizaba de veras...

Gira y gira: el vals como la vida... Habría que ver lo que pensaría mi esposa de esto... En verdad os digo que acojonaba sólo pensarlo.



Preceden:


Bendita siempre, mujer,
que das la sal a la vida,
a la muerte una salida,
de quien decides querer.

Violencia doméstica

A veces me pregunto cómo habría sido mi vida si no te hubiera conocido.

Echo la vista atrás y veo el día que estaba repasando para el examen final, a últimos de la educación general básica. Sobre un manual de pastas flexibles color azul cielo, alargado, con una filigrana geométrica blanca en la cubierta; editorial Anaya, creo. Reciclando el subrayado de mi hermano mayor, estudiaba los movimientos literarios: de la jarcha mozárabe al siglo XX. El contenido se estructuraba mostrando, tras la doctrina, un breve pasaje de alguna de las obras citadas. Me emocioné. Tal fue, que procuraba pasar rápido por la teoría para llegar antes al siguiente ejemplo.

Desde ese día estoy contigo. He madurado contigo. O gracias a ti. No sé. Imagino que de todo ha habido. En todo caso aquí estamos: a medio camino de todos los destinos. Hemos tenido nuestras cosas, claro, temporadas de estar pegados y temporadas de no vernos.

En fin... Oye... Tengo que decirte algo...

Sí. Otra vez con lo mismo... Pero es que es verdad. Es que tengo una vida, en la que, aunque te parezca increíble, tú no eres el centro. Tengo trabajo. Tengo necesidades. Tengo afectos. Tengo que atenderlos. Y más a ellos que a ti... Ya sé que no te gusta escuchar esto... Cómo no encontremos una forma de llevar esto vamos a tener que dejarlo...

¡Ea!... Escenitas no, por favor... Venga, no llores... ¿Ves?... Así mejor... Qué estás haciendo...


(En ese momento te desnudas ante mi con una zorrería inmensa. Muestras el cuerpo decrépito: los dientes carcomidos, la piel cuarteada, las tetas por los suelos, el coño emponzoñado... Harto, te encaro, vieja puta, dispuesto a formar una borrasca de densos nubarrones rojos con la evaporación del mar de sangre que te saque a hostias del pellejo. Mientras avanzo homicida te sostengo la mirada... ¡Caray!... No entiendo cómo puedes mirar así. Vírgenes augurios se te derraman por los ojos. Con lo trajinada que estás: de nuevo me desbarata tu misterio. Y en vez de desembarcar en armas, rompo suavemente contra ti, ya en carne pura... El hedor que desprenden los humores me embriaga y me pervierte... Allá voy cariño... A bailar contigo... A reírme de la muerte... A darte lo que tengo... A joderte.)

miércoles, octubre 05, 2005

El sentido del seudónimo

A menudo me imagino a Jesús regresando a Nazaret. Último avituallamiento en las postrimerías de su vida pública, una visita a familiares y amigos antes de la terrible ascensión al Gólgota. Solo, sin discípulos, sin la parafernalia que arrastra la fama. Le veo entrar al pueblo por la polvorienta calle principal: fotograma de western, alargada figura solitaria, pistolero o sheriff dirigiéndose hacia un duelo. Mientras avanza se descubre en un lento travelling a los habitantes del lugar, mujeres ocupadas con la intendencia, niños corriendo, ruidos de manufacturas, bestias en movimiento, hombres trajinando...; escena de actividad diaria decorada con la iconografía que he aprendido en retablos, páginas y pantallas. De momento nadie reconoce la ilustre visita, lógico, lleva echado el manto sobre la cabeza, ocultándole en gran parte el rostro. Jesús va observando, se le humedecen los ojos, son muchos los recuerdos...

Se dirige a la fragua, ahí sigue, donde la recordaba, allí está el hijo del herrero avivando el fuego. La evidencia de ese cuerpo musculoso manejando con soltura profesional el fuelle, confirma que actualmente ha habido intercambio de papeles, el hijo del herrero es ahora el herrero, y su padre, otrora titular del puesto, ha pasado a actuar de padre del herrero. Ya cuando él marchó se iba ocupando de tareas cada vez más penosas, el pasar inexorable del tiempo ha ido consolidando el relevo generacional. De nuevo la memoria le descarga a bocajarro una andanada de vivencias: el hijo del herrero y el hijo del carpintero, hierro y madera, siempre juntos, para jugar después de cumplir con las tareas familiares, riendo, incordiando a los animales domésticos, de visita en el huerto del vecino sin demasiado permiso, huyendo de los mayores, atiborrándose los sentidos los días de mercado... Pendiente de conservar las calorías, el artesano no repara en la persona que desde el vano de la puerta le mira, Jesús da un paso al frente echándose para atrás el manto.

- Hola - saluda.

El herrero deja con cuidado la tarea y se vuelve hacia el recién llegado. El cerebro del domador de metales inicia una actividad frenética con el objetivo de encajar el semblante que está contemplado en el lugar de su pasado al que corresponde. La búsqueda dura un segundo, Jesús no osa interrumpirle, aguarda el resultado del esfuerzo mental de su viejo amigo.

- Ya me hubiera gustado que anduvieras sobre las aguas aquel día en Genesaret... Cómo corriste a pedir ayuda... - Termina diciendo tras situar al personaje que tiene delante.
- Aún no era el momento...
- ¿Para qué has vuelto?
- Nostalgia... Éste es mi pueblo...
- Ya... Por aquí todo sigue igual... Mucho trabajo... Cuesta ganarse el pan...
- Os arregláis bien...
- No, no, no creas... Nada parece bastante para los recaudadores... -
Sonríe. Toma aire. Se tranquiliza. - Bueno... Y qué es del hombre importante... Mira que meterte en política...
- No soy un político...
- Jesús, hazte un favor... Aquí no vengas de Salvador... No sé si es verdad eso que de ti se cuenta... A mi no me interesa, yo tengo una familia que mantener y no me meto en polémicas... Hasta aquí han llegado noticias extrañas sobre ti... Unos creen que eres un charlatán, otros que estás con la resistencia, también les hay que creen que te has vuelto loco... Pero aquí todo eso no cuela...Lo que quiero decir es que aquí te conocemos... Joder: aquí eres Jesús, el hijo del carpintero... Aquí todavía se te recuerda haciendo el gamberro... Conmigo...

Ambos ríen sin poder evitarlo...

- ¿Por qué no arreglas el cabecero de la cuna?... Se ha vuelto a salir y necesito echar al niño para preparar la comida... - Una voz femenina desbarata el encantamiento surgido entre los dos hombres, vertiendo una dosis masiva de realidad en el ambiente. La mujer baja por las escaleras que comunican la herrería con la vivienda.
- Jesús... ¿Te acuerdas de...?
- Claro... Qué tal estás...
- ... -
La mujer reconoce y calla.
- ¿Es vuestro? - Pregunta señalando a la criatura.
- Sí... Nos casamos... Más vale tarde que nunca... - Responde el herrero.
- ¡Ah!... Enhorabuena...

La mujer con el bebé en brazos mira a Jesús con todo el reproche cómplice que dada la situación puede expresar. Después se recompone y le saluda educadamente.

- Hola Jesús... Estarás cansado del viaje... ¿Tienes sed? ¿Tienes hambre?...
- No.
- Qué tal tu madre...
- Bien.
- María no tiene edad para esos trotes...
- ...
- ¿Para qué has vuelto?
- Nostalgia...
- ¿Los mesías tenéis de eso?
- Yo sí.
- Irás a ver a tu padre, supongo...
- ...

El silencio se establece más de lo necesario.

- Bien... Me ha encantado veros, pero tengo que marcharme...
- Jesús, espera, no te vayas así... Disculpa si hemos estado algo distantes... Compréndelo, es mucho tiempo... ¿Cuánto?... Años... Y las habladurías sobre ti...Venga... Apago el fuego, nos aseamos y comemos... Ya la has oído... Iba a preparar la comida...
- No. Muchas gracias. Ha sido estupendo... -
Baja la mirada delante de la familia - Además es cierto... Han ocurrido muchas cosas...

La mujer permanece callada, aunque una palabra suya bastaría para que Jesús se quede, pero permanece callada.

- No. Me voy... De verdad, os lo agradezco de corazón... He de irme. Me están esperando. Gracias de nuevo...

Se emboza, da la espalda a sus amigos y se dirige a la puerta...

- Jesús... - Es la mujer quién habla. El aludido apoya una mano en el marco y se detiene sin volver la cara. - Los sacerdotes y los legionarios andan preguntando por ti. Ten cuidado.
- Lo sé. Gracias.


Jesús sale fuera, respira profundamente, desanda el camino que le llevó a la herrería, nadie repara en él, la gente está azacaneando, va a lo suyo. Mientras regresa a encontrarse con sus partidarios, compone mentalmente las primeras frases de la oración que elevará al Padre en Getsemaní.

Aquí termina la evocación... ¿Sabes?... Creo que en el pellejo del Nazareno yo hubiera utilizado un seudónimo para La Vida Pública, Caque, por ejemplo... Así siempre hubiera podido regresar tranquilamente a mi pueblo...

lunes, septiembre 26, 2005

Reality show: "La braga en la boda 4"

Tremendas costumbres gesta el útero del folclor popular. Vástagos que una vez arrojados a la tierra hunden sus raíces en ella hasta alcanzar los estratos más ancestrales, de donde extraen el agua y las sales minerales necesarias para el engorde. Nada sé de las foráneas, ya tengo bastante con conocer someramente las patrias, pues en esto de las tradiciones cada valle de la cordillera es un universo. Sin embargo, de un tiempo a esta parte la niveladora global ha uniformado prácticamente igual a los ciudadanos del orbe en muchos de sus hábitos. En tal manera que incluso la divulgación de ciertas actividades desarrolladas en algún festejo oriundo, ha movilizado la militancia internacional (interés que no suscitábamos, por cierto, desde nuestra malhadada guerra), visitándonos representantes de otras naciones a fin de disfrutar del evento, o, cuando un animal es objeto de escarnio, para exigir la conclusión de una determinada práctica. De momento no parece que los hechos que causan bochorno a los humanos sean merecedoras de la implicación de estos brigadistas.

- Tengo las bragas. - Me corroboró la obviedad Rubén.
- Bueno... ¿Y ahora qué?... - Dije incapaz de preveer qué cariz podrían tomar los acontecimientos.

El movimiento se demuestra andando, pareció chillar con la seguridad y precisión de sus actos. Se levantó de su sitio, salió del salón, regresó llevando unas tijeras y las bragas de Isabel en la misma mano. Permaneciendo de pie se disponía a golpear el vaso de güisqui, aún con dos hielos moribundos, con la herramienta prestada por un camarero, ondeando la prenda íntima al unísono.

- ¿Cuánto podremos sacar por las bragas de la novia?... ¿Las subastamos enteras o a pedazos?... - Comentó sin mirarme siquiera, observando su alrededor como un esperpéntico analista financiero el Parquet.

No daba crédito. "El más cabrón" pretendía organizar en la mesa la licitación de las bragas de Isabel con el cuento de que eran las de la novia. Su mente alterada había manipulado genéticamente la costumbre autóctona, ya bastante vergonzosa por si, de la subasta de la corbata del novio o de la liga, comprada al efecto, de la novia. Obteniendo una especie mucho más feroz que la original, y para mi desconocida.

Algo extraño percibiría Isabel en la actitud de Rubén al devolverle el chisquero, probablemente le llevara vigilando todo el rato, o puede que se percatara de la sustracción efectuada en su bolso, suponiendo quién podría ser el autor. En todo caso no permitió ni dar la primera nota tintineante que concitaría la atención del respetable.

- ¡Rubén! ¡Para! - Gritó unidireccionalmente con la suficiente contundencia para detener el natural discurso de las acciones que "El masca" había ideado. Ni el menor asomo de duda tenía la Isabel que se dirigía con paso diligente hacía nosotros, que era un objeto de su propiedad lo que Rubén manoseaba en público.

Joder... Dicen que las leonas, a pesar de su inferioridad física, son capaces de intimidar a los machos, cuando de defender a sus crías se trata del instinto parricida de los melenudos feroces. Había que ver a Isabel alzarse y marchar contra Rubén como una hembra dispuesta a defender a cualquier precio lo que es suyo. Paso firme, mirada seria, rítmicos impactos secos de los tacones contra el suelo, frenético bamboleo ascendente y descendente de los senos... En verdad os digo que comprendí a los leones, acojonaba verla.

A todo esto "El masca" había huido de la justicia, dejando allí empantanado a Rubén, con cara de gilipollas, aguardando desvalido a que la dama ciega, sustanciada en la persona de Isabel, se le viniera con todo su peso encima.


Precede:

http://lavidapublica.blogspot.com/2005/04/reality-show-la-braga-en-la-boda.html




viernes, septiembre 16, 2005




Hola (aprendí a saludar...). Me detengo, quiero preguntaros algo.

En mis periplos por cobre, fibra óptica y ondas. Fondeado en discos duros locales o en servidores. Veo pasar vuestros mensajes.

La mayoría son breves. Raudos. No miran a nadie. Están absortos en llegar puntuales a su destino. Es difícil contemplarlos.

También les hay extensos, a estos se les aprecia mejor porque van despacio debido al volumen que acarrean; algunos son complejos pero fascinantes, otros tan sólo una masa prolija de datos.

Están los que al llegar a un cruce estallan en multitud de clones, uno por cada una de las direcciones posibles. O los que van jugando sin respetar las normas del tráfico y a veces la lían.

Hay unos que son tan oscuros que les evito si voy a coincidir con ellos, no quiero saber qué contienen.

En fin, os comunicáis, de eso no hay duda. Pero al parecer no os basta. A veces, por curiosidad, me he entretenido en seguir una correspondencia vuestra, de remitente a destinatario y viceversa. Bilateral o entre varios. Trascurrido el tiempo, cuando la conversación es fluida, a menudo alguien propone reunirse, físicamente, me refiero. A pesar de haber establecido un contacto estable os influye la distancia... ¿Por qué?... ¿Para qué queréis encontraros?... ¿Por qué necesitáis tocaros?... ¿Qué información aporta el tacto?...

YO, BLOG.


Rastro:

martes, septiembre 06, 2005

Reality show: "La nit del foc"

Cada cerdo tiene su San Martín. Cada trasto viejo su noche de San Juan.

Ventilo bien las estancias para sacar el olor a rancio. A la puerta erijo una pira de recuerdos, comodidades, manías, seguridades, experiencias... Que he sacado de dentro.

Todo. Los ardides descubiertos a fuerza de marear la perdiz, tan sencillos como útiles, que tan bien te hacen quedar en un momento dado. Mi especial relación con fulano, que tanto ayudaba a agilizar la resolución de ciertos temas. El buen predicamento ganado con esfuerzo. La autosuficiencia con la que se habla y la tranquilidad con la que se opina. Simpatías y aversiones... Todo. Todo va a la hoguera.

Prendo... Qué bien arde la madera seca... Doy media vuelta, entro en casa cerrando tras de mi la puerta. Recorro las habitaciones: paramentos lindos y morondos.

Como mandan los cánones, del rosal podado asoman únicamente tres ramitas imprescindibles, bastante, dicen, para afrontar las heladas del invierno y prorrumpir en renuevos cuando la primavera se lo sugiera... Porque... ¿Siempre llega el susurro de la primavera?... El miedo me hace una mueca fea. Sacudo la cabeza. Pasa. Ahora la sensación de vértigo embriaga, da gusto ponerse ropa nueva después del baño.

Es igual. Ya está hecho. En contra de lo que digan los gurús, así es como tiró para delante la especie: ¡A la mierda con el Know-how! Empiezo de nuevo.

miércoles, agosto 10, 2005

San Pablo tour.

(Como actividad propia del periodo estival, época dedicada en mayor medida que otras a la realización de rutas turísticas, se propone una visita a la Plaza de San Pablo, accediendo a ésta por la Calle Fray Luis de Granada, en la ciudad de Valladolid.)

El cuartel de destino del comandante estaba situado en una de la plazas con más pátina de la ciudad, en ella tenían sede, además de la Jefatura logística militar, una impresionante iglesia conventual gótica justo enfrente, y a su derecha, también en la otra acera, se instalaba la diputación en un palacio renacentista. Al apearse del ferrocarril sin mirar atrás, el comandante, por instinto, marchó directo a acantonarse, igual actuaba cuando Adelaida le sacaba de sus casillas, por no sacar el genio a paseo se sacaba él de su casa y salía de paseo. En esas huidas terminaba siempre accediendo al cuartel siguiendo la misma ruta, entraba a la plaza por la trasera de la diputación, por una calleja antigua con una torsión tan pronunciada en la mitad de su trayecto que no permitía ver el otro extremo hasta doblarla, traspasada la curva se topaba la mirada con un muro sillar, paramento lateral del monasterio dominico que se iba descubriendo mientras se continuaba avanzando hasta desaguar a pocos metros del flanco del cenobio, desde allí, girando a la izquierda, andando entre el palacio seglar y el edificio sacro, se accedía inmediatamente a la plaza, que se abría regida por el triunvirato civil, religioso y castrense. El comandante sentía poco rato el poder político en su ruta, pese a que recorría largo rato la parte posterior de la institución provincial para acceder a la plaza, la lucha de poderes no se apreciaba hasta ver los edificios enfrentados en el claro urbano, quedándose la diputación enseguida atrás al cruzar en diagonal para encarar el cuartel situado al fondo, durante esta maniobra tenía que pasar primero por el terreno acotado por los pilares y cadenas de la iglesia de altiva portada. Con el primer paso dentro del atrio sentía ya el influjo divino, se le posaba en ese momento la fachada plateresca a la espalda mientras andaba, despegando de regreso a la construcción cuando sobrepasaba la cruz plantada a la vanguardia del templo que marcaba el lindero de su influencia. Se apresuraba entonces, pues le incomodaba el trecho ácratamente desinfluenciado que finalizaba cuando, esperando una oportunidad del tráfico para cruzar la calzada, distinguía la cara del que estaba de guardia a la puerta con el subfusil. Cruzando la carretera, el palacio militar le acogía insuflándole ardor bélico, el cuartel era bajo, ancho de hombros pero bien formado, en la entrada de dimensiones equinas devolvió con un cabeceo el taconazo del soldado, continuó andando con la intención de atravesar el zaguán pronto. Observó que la cabina del suboficial de servicio estaba vacía, paró, preguntó al cabo de reemplazo contestándole que tomando un café en el Hogar, pensó que le vendría bien uno con leche para su atormentada cabeza, fue al Hogar y en el Hogar no estaba el suboficial, ardió por completo el alcohol que aún permanecía en el plasma del guerrero, regresó desgastando las losas pulidas con el paso de los pies embotados de multitud de quintos militarizados, interrogó al cuerpo encargado de la vigilancia armada, nadie supo responderle, en consecuencia, dio parte del brigada Sobrino por abandono del puesto de guardia y del cabo de reemplazo Hernández Gómez por encubridor. Hecha la denuncia al oficial de servicio se refugió en el despacho, tomó asiento, miró la foto enmarcada de Adelaida sobre la mesa, el rostro fotografiado de su esposa adquirió en su mente la expresión del de la Carmen cagada que había abandonado en el coche-cama, estampó el retrato contra la pared.



(de MyA...)

jueves, agosto 04, 2005

Oxidación

No me cuentes más que no quiero saberlo...

Así que en realidad caperucita tiene un tórrido (amén de legalmente punible, considerando la minoría de edad de la chavala) romance con el leñador. Y como no sólo de amor vive el hombre, la pareja decidió profundizar en su relación precipitando la herencia del pingüe patrimonio de la abuelita. Así que la encapuchadita roja sedujo al lobo feroz, insinuando claramente al depredador que el único obstáculo entre él y su carne tierna era el reparo de la abuela, mujer egoísta y cruel a la que nadie echará en falta el día que muera. El hachero sólo tuvo que entrar en el lugar de los hechos una vez cometido el asesinato, y eliminar con un certero golpe, alegando defensa propia, por supuesto, tanto al evidente culpable como al conocedor de la instigadora del crimen. Pobre lobo, hubiera hecho cualquier cosa que la joven tuviera a bien pedirle, cualquier cosa.

No... No... Basta... No quiero enterarme de qué hace el Ratoncito Pérez con el marfil que extrae de nuestros dientes...

¿Qué?... ¿Qué Papá Noel dijo qué?...

Al principio no caía ni en la cuenta. Les veía acercarse a mi a hurtadillas, arrancarme un pedazo del cuerpo y retirarse a devorar la captura tranquilamente en su guarida. Tenía de sobra, no me importaba. Podía prescindir perfectamente de parte de un recurso en mi tan abundante. Me creía inagotable. Fíjate si era tonto que hasta llegué a conmiserarme de las alimañas, parecían tan necesitadas... Yo no lo sabía, en realidad me estaban tanteando, a ver si era presa fácil. Corderito dócil. Un buen día me vi rodeado de la jauría, todos a una se abalanzaron sobre mí, clavándome hasta las entrañas sus fauces afiladas. Vaya masacre. Qué carnicería. Ingenuo, ni siquiera el doble de mis reservas les hubiera bastado. Me devoraron prácticamente entero.

En consecuencia, ya casi no me queda... Inocencia, esperanza, me refiero.

No obstante heme aquí, sigo vivo. Te merodeo. Si me ves huye, sal corriendo, o no tendré más remedio que morderte: ¿no ves qué ahora yo también estoy hambriento?